El Alboka abrió sus puertas en 1978 como bar de ambiente. Pero en
el 87 se reinventó apostando por crear una atmósfera relajada, de
charla y cultureta. Para conseguirlo: exposiciones, conciertos acústicos y un veto declarado a la música comercial.
Al entrar os encontraréis una barra en L de madera acabada en líneas curvas. Un suelo de ladrillos y baldosas rojo añejo. Un espacio en alto con cuatro mesitas redondas delimitado por una barandilla ornamental. Un perchero de pie propio de una casa antigua. Un discreto rincón con un sofá de cuero recogiendo la esquina del local. Una escalera de caracol, también de madera. Exposiciones varias dando vida a las paredes junto a carteles que anuncian la agenda de la ciudad. Estrechas mesas blancas de mármol sobre pies de máquinas de coser...
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