El
filósofo japonés Kakuzo Okakura escribió "el sabor del té tiene un
encanto sutil que lo hace irresistible".
Más que una bebida el "teísmo" es para toda una filosofía tanto en el plano estético como el moral: beber, lo que sea, puede convertirse en un tribuna ideológica y marcar un época, sin embargo el té carece
de la arrogancia del vino, del individualismo del café o de la inocencia
sonriente del cacao
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